miércoles, 28 de septiembre de 2011

La ley de la gravedad

 
Hoy, durante el tiempo del recreo, un grupo de maestras hemos estado hablando de la Ley de la gravedad. Pero que nadie se llame a engaño que el tema no iba encaminado a debatir los aspectos didácticos de la ley ni a mostrar nuestros conocimientos de las teorías de Newton. No, la fuerza de la gravedad referida a las tetas.
No voy a contar porqué ha surgido el tema que es otra de las catástrofes que vamos padeciendo las mujeres y que van instalándose en tu cuerpo hasta que un día no te queda más remedio que ponerte en manos del dermatólogo de turno.

La conversación ha sido, más o menos, como sigue:
  • Pues tú, fulanita, tienes las tetas estupendas.
  • Y tú... ¿cómo lo sabes?
  • Porque el otro día en la playa me fijé y las tienes muy redonditas.
  • Claro, ella no ha parío ni ha dado de amamantar. No te quiero decir cómo las tenía yo de joven. Y que conste que tengo un testimonio fotográfico que me hizo mi marido, por aquel entonces mi novio. ¡Qué pena!
  • Si algún día ligas, lo que tienes que hacer es dejarte el sujetador puesto y enseñar la foto.
    Nos ha entrado la risa.
  • Eso no tiene nada que ver, que algunas jóvenes ya las tienen caídas.
  • Yo, es que si me pongo minifalda, los pezones se me ven por debajo del filo del dobladillo. Siempre me acuerdo de una viñeta que vi (no me acuerdo si impresa o en la Red) con la que me sentí identificada. A ver si la puedo encontrar en Internet y os la enseño.

  • Anda, ¡qué exagerá!
  • ¡Qué cachonda eres!
  • Lo bueno es que desde que inventaron el 'guonderbra', las llevas tela de bien colocadas y nadie se entera si las tienes más o menos caídas.
Se incorpora una de las maestras de Religión y pregunta de que estamos hablando.
  • Pues de las tetas y la fuerza de la gravedad.
  • Ah, dice ella, pues para comprobar el grado de descuelgue está la prueba del lápiz. Si te colocas un lápiz debajo de una teta y no se te cae... Aunque yo soy capaz de llevar una biblia bajo la ubre.
Nos ha entrado la risa y se nos ha ocurrido que de llevar las manos ocupadas con carpetas, libros, agenda, fichas... bien podríamos utilizar los pectorales como "clips sujetacosas". Ha tocado el timbre y cada una ha tirado para su rincón. Seguro que con la sensación de menos peso... Yo, desde luego, sí. Es lo que tiene hablar de nuestras catástrofes.


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