viernes, 23 de noviembre de 2012

ANESTESIA

(La vida tiene esta puta manía de seguir adelante, tic-tac, tic-tac, tic-tac, hasta el día de tu muerte)

Anestesia es el alcohol. Anestesia es una cervecita, unas olivas y unas patatas fritas.

Anestesia es la caricia de un hijo, su sonrisa, sus notas, su enfermedad, su llanto...

Anestesia es, simplemente, saltar a otro momento o lugar, a otro dolor más cercano o más obvio. Anestesia es no mirar hacia adentro.

Préstame una linterna para alumbrar mis sueños.
Sujétame del brazo si ves que estoy cayendo...
... aunque puede que salga volando y me pierda en las manos del viento.

---------------------

He cambiado mi avatar de Twitter. Después de un largo recorrido, llego al momento en el que me disuelvo. Ya no soy yo, exactamente... soy, más bien, ellos. Pero esa visión solo se alcanza con perspectiva. Desde cerca, sin suficiente ángulo o distancia, todo sigue igual, nada ha cambiado en la esencia. Pero no es cierto. "Desde tan lejos, se pierden los detalles", podría argüir alguien. Y tal vez tenga razón. Sin embargo, lo que queda, en el presente, en el momento de recordar y de vivir, es esa visión, y con ella has de vivir en tanto no cambie, en tanto el futuro no venga a rescatarte y te permitas reaparecer en la escena de tu propia vida.

A veces leo Twitter, o escucho a otras personas, incluso hablo de cualquier tema que encienda a la concurrencia... para no mirarme a mí, o para no escucharme. Con recado de escribir siempre a cuestas, me veo diletante, perezosa, desganada... pero claro, si escribo tengo que buscar en mis tripas las letras. Las voces y las palabras ajenas a veces me arañan la piel, a veces me magullan el ego o el orgullo. Pero el daño de verdad... lo hacen las propias letras, mis letras cuando tratan de trepar por el esófago, clavando sus esquinas durante la escalada, rompiéndome los dientes al salir, finalmente por la boca...

Duele menos si consigo que, más tranquilas, se dejen absorber en la mucosa gástrica, redondeados su vértices por los ácidos jugos, y se incorporen al torrente sanguíneo en prudentes dosis. Se reparten, y por los vasos capilares de mi boli una fracción pequeña y ya cansada deja en negro sobre blanco algunas consideraciones menores. El resto se irá quedando en la cabeza, o tensando paquetes musculares de la zona lumbar o cervical, de la cara (el entrecejo y las comisuras de la boca, normalmente), hasta que llegue una nueva tormenta de palabras tristes o enfadadas que tragarse.

Anestesia de tinta y papel.

2 comentarios:

  1. Te veo espléndida, sin marcha atrás, aunque no es aconsejable que la mucosa gástrica absorba nada, es mejor el vómito que limpia y arrasa, al menos para mí. Es como un buen llanto, un grito o un me cago en la hostia con o sin hache, eso es lo de menos, el caso es vaciarse de todo para poder llenar de nuevo la vida con cosas, sentires y personas cada vez más saludables, independientemente de lo que opine el mundo.
    También molan los tíos que te tiran del pelo y te dicen mirándote a los ojos: ¡Dios qué ganas de follarte tengo! ... Pero cada cosa, a su tiempo ;DDDD

    Aunque lo enviara desde mi iPad, nunca te lo diría, lo considero una ordinariez.

    ResponderEliminar
  2. A mi también me viene mejor vomitar y no tragar… Es a veces hasta recomendable.

    Besosss

    ResponderEliminar

Sin tus comentarios no somos nada (o sí)